2. ¿ La gracia se puede perder o en otras palabras, aquellos que han hecho una experiencia real con Dios pueden perder su estado de gracia?

 

 

 

La respuesta a esta pregunta es afirmativa; la Palabra de Dios dice claramente que existe esta eventualidad o posibilidad.

Veamos en que parte de la Palabra de Dios nos confirma esto.

El escritor a los Hebreos afirma lo siguiente: "porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos participes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para si mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio. Porque la tierra que bebe la lluvia que muchas veces cae sobre ella, y produce hierba provechosa a aquellos por los cuales es labrada, recibe bendición de Dios; pero la que produce espinos y abrojos es reprobada, está próxima a ser maldecida, y su fin es el ser quemada" (Hebreos 6:4-8). A respecto de estas palabras quisiera decir algunas cosas para explicarlas. Antes que nada quiero decir que de aquellos que se  dice "recayeron" son identificados como verdaderos creyentes. ¿Por qué digo esto? Porque algunos cuando tienen que explicar estas palabras quieren hacer pasar a los que habla el escritor por personas no creyentes, o más bien, por falsos creyentes, en fin por alguien que parecía un creyente exteriormente pero en la realidad no lo era. Esto es falso porque las características enunciadas por el escritor no dejan en lo mínimo pensar tal cosa, también porque el escritor se dirigía con sus palabras a verdaderos creyentes, y no tendría sentido poner sobre aviso de un peligro para ellos inexistente si no eran verdaderos creyentes. Además decimos también que las palabras arriba dichas se refieren a creyentes maduros, bien versados en la Palabra de Dios, y no a unos niños en Cristo. Mas vemos de más cerca las palabras antes mencionadas.

Los que una vez fueron iluminados son los creyentes, los cuales después de haber vivido su vida en las tinieblas, por medio de la Palabra de Dios que es luz y el Espíritu Santo que ha sido enviado en el mundo para convencer al mundo en cuanto al pecado, a la justicia y al juicio, han reconocido sus fechorías y han decidido de invocar el Señor para que tuviera misericordia de ellos. Una gran luz se levantó sobre ellos aquél día dichoso; las tinieblas se disiparon y la luz del Señor vino sobre ellos. Ellos fueron entonces hechos capaces de ver la luz. Que este pasaje de la Palabra se refiere a creyentes lo confirma también el hecho que el escritor, más adelante dice a aquellos hermanos de recordarse "de los días de antes, cuando después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos…" (Hebreos 10:32).

 Una vez iluminados éstos han gustado del don celestial, este don se entiende como la vida eterna porque el don de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor   (Romanos 6:23). Juan dice refiriéndose a Jesús que Él es "el Dios verdadero y la vida eterna" (1 Juan 5:20). Evidentemente quién prueba  del don celestial prueba la bondad de Dios, prueba cuánto el Señor es bueno y de hecho Pedro hablando a los santos dice: "Si es que habéis gustado la benignidad del Señor" (1 Pedro 2:3).

Y aquellos que han gustado del don celestial también fueron participes del Espíritu Santo lo cual significa que ellos han recibido el Espíritu Santo o sea que ellos han recibido el bautizo con Espíritu Santo con la evidencia de hablar en otras lenguas según que el Espíritu da a expresar. Como cuando se recibe a Cristo, nos volvemos participes de Cristo (Hebreos 3:14), así cuando se recibe el bautizo del Espíritu Santo somos hechos participes del Espíritu Santo que es anticipo de nuestra  herencia.

Además de haber recibido el Espíritu Santo,  aquellos también han gustado la buena Palabra de Dios porque han puesto su deleite en la Palabra de Dios, por lo cual la estudian y practican; Ella se ha vuelto su gozo. Su interese por la Palabra de Dios entonces no es superficial, sino profundo.

Estos creyentes también han recibido los dones del Espíritu Santo de hechos han gustado los poderes del mundo venidero. Los dones del Espíritu Santo no son poderes de este mundo. Entonces ellos han recibido alguno de los siguientes dones: don de revelación (palabra de sabiduría, palabra de conocimiento, discernimiento de espíritus); dones de palabra (profecía, diferentes lenguas, interpretación de las lenguas) dones de operación (milagros, sanidades, fe).

Ahora si estos caen, y repito SI CAEN, entonces para ellos no hay ninguna posibilidad más de arrepentirse y volver al Señor. Pero quisiera decir que esto "si caen" no se refiere a cualesquiera caída porque también esta escrito que "el justo cae siete veces y se vuelve a levantar" (Proverbios 24:16). Mas bien a una caída de la cual ya no se puede volver a levantar, de hecho prosiguiendo el escritor a los Hebreos dice que en este caso, o sea si caen de esta caída, entonces "es imposible que sean otra vez renovados para arrepentimiento, porque crucifican de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios exponiéndole a vituperio." Que se tenga que entender así aquel "se caen" lo confirma el hecho que el Señor concede tiempo de arrepentirse a quien peca, o sea a quien cae. En las Escrituras del Nuevo Testamento tenemos el ejemplo de aquellos servidores suyos que fornicaban con Jezabel en la iglesia de Tiatira (Apocalipsis 2:21-22) de los cuales el Señor dijo que si no se arrepienten de las obras de ella los habría arrojados en una cama de dolores (Apocalipsis 2:22). También hay el ejemplo de aquellos creyentes que dentro la iglesia de Corintios habían pecado, ellos habían recibido el tiempo de arrepentirse, de hecho Pablo les dice: "Los que antes han pecado, y no se han arrepentidos de la inmundicia y fornicación  y lascivia que han cometido" (2 Corintios 12:21). Refuto entonces que la eventual caída de Hebreos 6:6 no se refiere a una caída cualquiera. Ahora, ya dicho en que no consiste esta caída, vamos a decir en qué consiste. Esta caída consiste en renegar voluntariamente al Señor, en el abandonar la fe, y en la decisión de no seguir mas al Señor. No se trata de un desvío de la verdad de lo cual a pesar de todo se puede todavía arrepentir y volver al Señor, de hecho Santiago dice: "hermanos míos si alguno de vosotros se desvía de la verdad y alguno le hace volver, sepa que el que hace volver al pecador del error de su camino, salvará de la muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados". (Santiago 5:19-20), y Pablo hablando de cómo el siervo del Señor se debe de comportar dice: "Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan y reconozcan  la verdad de modo que vueltos en si salgan del lazo del diablo, que lo tenía prisioneros para que hiciesen su voluntad" (2 Timoteo 2:24-26); así es que se trata de un desvío eterno, del cual no habrá más la posibilidad de regresar al Señor. Sobre esta cuestión de la imposibilidad de arrepentirse de nuevo de estas personas, quisiera hacer notar que es obvio que si la Escritura dice que "si caen, es imposible llevarlos de nuevo al arrepentimiento", esto significa que un día fueron llevados al arrepentimiento; esto confirma entonces que se trata de verdaderos creyentes. ¿ Qué les espera entonces a estos que caen de esta manera? Lo dice el mismo escritor a los Hebreos más adelante con estas palabras "porque si pecamos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados; Queda una horrible espera de juicio y el ardor de un fuego que devorará los adversarios. El que viola la ley de Moisés, por el testimonio de dos o de tres testigos muere irremisiblemente. ¿ Cuánto mayor castigo pensáis que merecerá el que pisoteara al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia? Porque nosotros sabemos quién es Aquel que dijo: mía es la venganza, yo daré el pago, dice el Señor. Y otra vez: el Señor juzgará a su pueblo. ¡ Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo! (Hebreos 10:26-31). Entonces a éstos le espera el fuego que devorará los adversarios, el castigo que les espera es definitivamente mayor de lo que merecía el que violaba la ley de Moisés. ¿ Por cuál motivo? Porque ha pisoteado el Hijo de Dios y ha profanado la sangre del pacto (o sea la de Jesucristo) con la cual fue santificado (estas palabras nos confirman que tal persona un día fue santo y participe de una vocación celestial), y ha ultrajado el Espíritu Santo. El ultraje al Espíritu Santo (ó blasfemia en contra del  Espíritu Santo)  entonces es parte de renegar al Señor de parte de un creyente, y no hay perdón por esto. Que de este pecado contra el Espíritu Santo no se puede obtener remisión lo confirma Jesucristo que dijo que: "cualesquier pecado y blasfemia sería perdonada al hombre, mas la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada" (Mateo 12:31). Termino de contestar esta especifica pregunta recordándoles estas palabras del apóstol Pablo: "Cierta es esta palabra: que si morimos con él, también con él viviremos; si tenemos perseverancia en la prueba, con él también reinaremos; si le renegaremos él también nos renegará; Si somos infieles, él queda fiel, porque no puede renegar a sí mismo" (2 Timoteo 2:11-13). Nuestro propósito entonces tiene que ser el de morir con Cristo, para vivir con él; y de tener perseverancia en la prueba, para llegar a reinar con él un día; lejo de nosotros el renegar al Señor, en este caso él también nos renegará y nos iríamos en perdición. Claro durante nuestro peregrinar  fallamos en muchas cosas, pero tenemos la promesa que él queda fiel hacia nosotros. Como de hecho dice el apóstol Juan: "si confesamos nuestros pecados, ÉL es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y purificarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9). ¡Ho Señor Dios nuestro que grande es tu fidelidad hacia nosotros! A ti sea la gloria ahora y para siempre. Amen.

 

 

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